Obamacare-Un puñal de doble filo (II) Gustavo Gonzalez Urdaneta, PhD
Obamacare-Un puñal de doble
filo (II)
Gustavo
Gonzalez Urdaneta, PhD
El tema de la
reforma del sistema de salud fue motivo de discusión durante la campaña de las
elecciones primarias del Partido Demócrata en 2008; a medida que la competencia
se intensificó, la atención pública se enfocó en las propuestas de los dos
candidatos principales, los senadores Hillary Clinton y Barack Obama. Cada
candidato proponía un plan para cubrir a los casi 45 millones de
estadounidenses que se estima carecen de seguro de salud. Una diferencia
sustancial entre los dos planes fue que Clinton proponía exigirles la
contratación de cobertura a todos los estadounidenses, mientras que Obama
proponía un subsidio pero no la creación de una exigencia directa.
La Ley de
Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible llamada Obamacare por los
medios norteamericanos y Reforma Sanitaria de Obama por los hispanohablantes,
fue promulgada con carácter de ley por el presidente de los Estados Unidos
Barack Obama el 23 de marzo de 2010.
La ley exige a
la mayoría de los adultos no cubiertos por un plan de salud, ya sea
proporcionado por sus empleadores o patrocinado por el gobierno, que mantengan
una cobertura, arriesgándose en caso contrario a ser penalizados con una multa.
Este tipo de exigencia es comúnmente llamada “mandato individual”. Quienes
ganen por debajo del cuádruple del umbral de pobreza (US$92,200 al año para una
familia compuesta por cuatro personas) recibirán créditos fiscales con el fin
de subvencionar el pago del seguro de salud.
La elegibilidad
de Medicaid, el programa de salud de los Estados Unidos para personas de bajos
recursos, se amplío para incluir a personas que ganen hasta el 133 % del umbral
de pobreza. Sin embargo, debido a que Medicaid es administrado por cada estado,
los mismos pueden optar, individualmente, por no ampliar dicho programa.
La ley afecta a
ciertos aspectos de la industria privada de los seguros de salud y los
programas de salud públicos. Prohíbe a las compañías de seguros tener en cuenta
condiciones preexistentes o el género, exigiéndoles otorgar cobertura a todos
los solicitantes y a ofrecer las mismas tarifas sin importar su estado de salud
o sexo. Además, esta ley busca ampliar la cobertura para incluir a 30 millones
de estadounidenses no asegurados, gracias a sus subvenciones, la expansión de
Medicaid y por un aumento previsto del número de seguros de salud suscritos con
arreglo al llamado mandato individual.
El mayor
problema para los congresistas republicanos es que los más afectados si
aprueban “revocar y reemplazar” serán, precisamente, los grupos demográficos
más propensos a votar a su partido: los mayores que no están aún jubilados,
obreros que han perdido su empleo, mineros y habitantes de zonas rurales. El
miedo de sus representantes es que su aprobación les pueda acarrear una
catástrofe electoral en 2018, similar a la que vivieron los demócratas en 2010.
Thomas Massie, congresista republicano por Kentucky, explicaba que había recibido 275 llamadas de vecinos de
su distrito pidiéndole que votara en contra, y en el caso de diputados, como el
de Dan Donovan en Nueva York (ganó por apenas dos puntos a su rival demócrata),
el margen era aún más aplastante: apenas un 0,1% de las más de mil llamadas que
recibió eran a favor. Los republicanos saben que “un voto” en contra dejaría
tocada la legislatura al completo y, afectaría en particular, la imagen y
gestión de Trump.
En la víspera
del nuevo fracaso del proyecto de salud republicano, la idea de derogar el
Affordable Care Act (Obamacare) sin haber aprobado un reemplazo colapsó a pocas
horas de ser presentada, pues se le opusieron tres senadoras republicanas por
el impacto negativo que tendría en millones de personas. Como habíamos mencionado en el artículo
anterior, la idea de derogar o esperar que haga implosión el Obamacare sin
haber aprobado un reemplazo dejaría sin protección a 18 millones de
estadounidenses durante el primer año hasta alcanzar los 32 millones de
personas en 2026 y habría un aumento de 20 a 25% en las primas durante el
primer año, que ascendería hasta 50% en 2020.
Recientemente, McConnell
agregó que el Senado votaría en los próximos días sobre un plan, originalmente
aprobado en 2015 y vetado por el presidente Barack Obama, que derogaría partes
de la ley de salud. Ese enfoque retrasaría la fecha efectiva de votación por
dos años para dar a los legisladores el tiempo para proponer un reemplazo. El
presidente Trump ha insistido en crear un nuevo proyecto de ley de salud. Fue
su propuesta de "revocar y reemplazar" simultáneamente lo que alejó
al Congreso de su estrategia de 2015 de derogar primero y reemplazar más tarde.
Trump insiste en reemplazar Obamacare y pide a senadores no tomarse el receso
de agosto
La política es
extremadamente complicada en un Washington dividido y disfuncional, pero
economistas, aseguradores, médicos y expertos en políticas de salud de todo el
espectro político están de acuerdo en que abordar inmediatamente tres o cuatro
deficiencias básicas en el sistema existente ayudaría mucho a hacer la ley más
efectiva. Y financieramente estable.
En cualquiera
de las opciones de revocación sin reemplazo, implosión del Obamacare o aprobación
del Trumpcare (AHCA-American Health Care Act), la masa de ciudadanos afectados,
a través de sus constituyentes, se harán sentir en las elecciones del 2018 con
la posible pérdida del control legislativo.
Mejor reparar que reemplazar o, mejor aún, migrar a un servicio nacional
como en otros países.
GEGU/7.8.17
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