Obamacare: Un puñal de doble filo (IV) Gustavo Gonzalez Urdaneta, PhD

Obamacare: Un puñal de doble filo (IV)
Gustavo Gonzalez Urdaneta, PhD

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los Estados Unidos gastaron más en asistencia sanitaria per cápita ($ 9,403), y más en salud como porcentaje de su PIB (17,1%) que en cualquier otra nación en 2014. El sistema de salud de 2,9 trillones de dólares de la nación es mayor que el PIB del Reino Unido (2,6) y Francia (2,5) en 2016. El PIB de EE UU fue de 18,6 en 2016 según FMI y BM. Viendo estos datos cuesta entender que la salud pueda ser un problema en Estados Unidos. Para entender por qué Estados Unidos está atrapado en esta telaraña es necesario ver algunas estadísticas más finas.    

Una encuesta de 2014 sobre los sistemas de salud de 11 países desarrollados encontró que el sistema de salud de Estados Unidos era el más caro y el peor en términos de acceso a la salud, eficiencia y equidad. En promedio, se puede esperar que un hombre de los Estados Unidos viva casi cuatro años menos que en otros países del primer mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida de los Estados Unidos ocupa el 31 lugar en el mundo.

Gallup registró que la tasa de sin seguro entre los adultos estadounidenses fue del 11,9% para el primer trimestre de 2015, continuando la disminución de la tasa sin seguro por la Ley Obamacare a 8.6% actual. Un estudio de 2012 para los años 2002-2008 encontró que aproximadamente el 25% de todos los jubilados declararon la quiebra debido a gastos médicos y el 43% fueron forzados a hipotecar o vender su residencia principal.

Estas y otras estadísticas de interés, reflejan que el sistema de salud en Estados Unidos es uno de los temas más controversiales en la política hoy en día. El debate es intenso en temas de calidad y futuras políticas de mejoramiento. El mayor obstáculo va más allá de la política legislativa. Más allá de un debate político, es un debate social.

Si hay un sistema más controversial que el sistema de salud de EE UU es, precisamente, la evaluación sistemática de su desempeño. El sector de la salud ha luchado durante mucho tiempo para destilar el marasmo de las medidas de calidad en un único e intuitivo índice de valor. Tan discordantes son estos rankings que, por ejemplo, muchos hospitales considerados los mejores  en un sistema  aparecen hundidos en el fondo en otros Los pacientes, por su parte, enfrentan igualmente una amplia variedad de clasificaciones de calidad.
En un extremo hay gente que piensa que el sistema de salud estadounidense es uno de los mejores en el mundo. Calificando la calidad del servicio, la tecnología y las facilidades médicas, junto con la libertad de escoger cuánto y cuál servicio recibir como las razones por las que el país es pionero en medicina. En el otro extremo, sin embargo, están quienes consideran a este sistema un sistema fragmentado e ineficiente. Para entender de donde proviene el debate se necesita entender de manera general las dos variables de mayor interés en la estructura del sistema de salud en el país: cobertura y costos.  

La organización del sistema de salud en EE UU, es mixta,  como en la mayor parte del mundo, es decir, hay tanto aseguradoras públicas como privadas. Lo que es único de este sistema es el  dominio del sector privado sobre el público. En 2011, según estadísticas legales, el 48% de la población estadounidense recibía un seguro médico privado por medio de su empleador, el 5% tenía un seguro médico independiente, 16% no gozaba de un seguro médico, el 13% estaba cubierto bajo Medicare y el 18% tiene Medicaid o algún otro tipo de seguro médico público. Antes de implementación del Obamacare, había en el país 48,6 millones de personas sin seguro médico, un 16 por ciento de la población. En 2016 la proporción de ciudadanos sin protección cayó a 27,3 millones, que hoy representan un 8,6 por ciento.

Dentro de los programas públicos, que cubren alrededor del 30% de los estadounidenses asegurados, tenemos a Medicare, Medicaid y otros programas patrocinados por el Estado Federal. En el sector privado hay dos formas de obtener un seguro médico. La primera es por medio de su empleador, esta es la forma más común en los Estados Unidos. La segunda es en el mercado de una manera individual, el gran problema con esta última opción es que las aseguradoras tenían la posibilidad de negar la cobertura basándose en la salud general y condiciones preexistentes de los asegurados. Esta última característica cambió desde que se firmó el ACA ú “Obamacare.”

¿Sabía usted que los Estados Unidos es el país que más gasta en salud en el mundo? Pues sí, en este país se gasta en promedio cerca de 9000 dólares anuales por persona en gastos médicos. Esta cifra es más del doble que el promedio del resto de los países desarrollados. Pero a pesar del gran gasto en salud este país tiene resultados muy por debajo de los estándares de los países desarrollados como lo dicen las estadísticas anteriores. Se podría decir que el país gasta de una manera ineficiente.  

El dinero se mueve de nosotros, los pagadores de impuestos y compradores de seguros, hacia instituciones gubernamentales o aseguradoras privadas. En ocasiones incluso, el dinero va desde las instituciones públicas hacia las aseguradoras privadas, por medio de la prima de los empleados públicos. De las aseguradoras sale hacia los proveedores de los servicios de salud, doctores, enfermeras, paramédicos, etc. Estos últimos son pagados por servicio lo que en teoría incrementa la competitividad y la eficiencia. No es seguro.

Uno de los problemas más graves dentro del sector privado es el continuo incremento del costo. En 2009, 2.5 trillones de dólares fueron dirigidos al sector de la salud. De esta cantidad 15% o cerca de 380 mil millones de dólares fueron exclusivamente dirigidos a gastos administrativos u otros gastos profesionales no médicos. En el 2016, en un espacio de apenas 6 años, el costo de los seguros médicos casi se duplico. Para el 2015 los ciudadanos estadounidenses gastaban una media de 8.745 dólares al año en servicios médicos y sanitarios. El país es el único de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) en que el sector público es minoritario en el financiamiento de los servicios de salud.

En Estados Unidos la Salud se ha convertido en un negocio más que un derecho, los estadounidenses pagan más dinero por un tratamiento médico o por un medicamento que un paciente europeo. EE.UU. no cuenta con un órgano que negocie entre las aseguradoras, hospitales y pacientes, situación que incide por ejemplo en el costo de las medicinas. Los estadounidenses pagan precios muy superiores por medicamentos que los europeos. En Estados Unidos cada aseguradora y hospital va por su cuenta, de modo que hay miles de negociadores con un mercado muy fragmentado. Allí, los distribuidores pueden imponer mejor su ley. La mayoría de los estadounidenses (85%) cuentan con seguro médico, debido a esto no pagan directamente servicios médicos. Las compañías de seguros negocian los precios con los proveedores del cuidado médico en beneficio de los asegurados.

Mientras no se revise el sistema fragmentado de costos del sistema de salud estadounidense, los políticos seguirán hablando y el presidente amenazando, pero queda claro que no están ocupándose de la reforma del sistema de salud. El costo político puede ser bien alto.


GEGU/6.8.17 

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