SISTEMA NACIONAL DE SALUD (III) Gustavo Gonzalez Urdaneta, PhD

SISTEMA NACIONAL DE SALUD (III)
Gustavo Gonzalez Urdaneta, PhD

Como el apoyo popular para un sistema de salud de un solo pagador continúa creciendo y el Senador Bernie Sanders se prepara para presentar la legislación de Medicare para Todos, el ala del Establishment del partido Demócrata se dice "alarmado" por la dinámica cambiante y temeroso del impacto electoral si no apoyan la propuesta de Sanders. Los organizadores políticos y partidarios de Sanders ya están hablando acerca de cómo las respuestas de los legisladores podrían afectar las próximas elecciones.
Montar el apoyo público de un sistema de salud nacional de “Medicare para Todos” podría influir en los demócratas centristas, y tal vez incluso en los republicanos del Senado, que están a la reelección en 2018 o 2020. Una encuesta nacional divulgada por Quinnipiac recientemente encontró que la mayoría de los votantes estadounidenses en general, y el 67 por ciento de los demócratas, creen que la sustitución del sistema de salud actual de la nación con un sistema de un solo pagador -en el cual el gobierno federal expandiría Medicare para cubrir el Gastos médicos de todo ciudadano americano - es una buena idea. Las encuestas muestran que la mayoría de los votantes estadounidenses apoyan a Medicare para Todos
Por más de una década, el diputado John Conyers ha introducido consistentemente la legislación de un solo pagador en la Cámara de Representantes, y su proyecto de ley fue presentado a principios de este año -La Ley ampliada y mejorada de Medicare para Todos - ha recibido un apoyo sin precedentes de los demócratas de la Cámara, con más de 100 de ellos firmando como co-patrocinadores.  A pesar de los esfuerzos de legisladores como Sen. Sanders y Rep. Conyers, así como el creciente apoyo público de Medicare para Todos, muchos demócratas del “establishment” dentro y fuera del Congreso siguen temerosos de apoyarla.
El programa se vislumbra ligeramente con las propuestas de Sen. Sanders y Rep. Conyers: “Mejorar Medicare y expandirlo a todos los estadounidenses  que establecería un sistema nacional para enfrentar la industria, contener los precios y restablecer los valores de cuidado, compasión y comunidad a nuestro sistema de salud”.
Como ya lo habíamos mencionado en notas previas, las dos principales variables subyacentes del sistema de salud actual que hay que resolver son: cobertura y gasto. El Medicare para Todos se orienta a garantizar el seguro de salud a toda la ciudadanía pero, por sí solo, no es capaz de incentivar la reducción de los costos actuales que permita ofrecer un servicio asequible al presupuesto familiar promedio de los estadounidenses. Es necesario un análisis de los costos presentes en la cadena del negocio de salud: hospitales, equipos médicos, médicos, drogas y seguros a los cuales no tiene acceso el eslabón final, el paciente, que ni siquiera tiene a su disposición la información para comparar y seleccionar el seguro que más se adapte a sus necesidades y posibilidades.

En este sentido ya se vislumbran acciones concretas. Recientemente el senador Bernie Sanders presentó una nueva norma que exigiría a los fabricantes de drogas acordar fijar precios razonables antes de que se les concedieran derechos exclusivos para producir vacunas y otros medicamentos que salvan vidas. La razon es obvia. Hasta un tercio de los estudios realizados, con compañías farmacéuticas y otras compañías de atención médica, para traer medicamentos al mercado son financiados por dólares de los contribuyentes estadounidenses. Sin embargo, actualmente no hay garantías de que los productos finales puestos a disposición del público tengan un precio asequible.

Son de conocimiento público algunos casos de desarrollo de vacunas y de drogas para la prevención de algún tipo de cáncer que se han desarrollado con dinero de los contribuyentes y en los cuales se han gastado más de mil millones en los esfuerzos de investigación y prevención pero sus fabricantes se han negado a vender sus productos finales a un precio justo. Sin un acuerdo previo de precios justos, las compañías pueden cobrar a los estadounidenses cualquier precio astronómico que quiera por las vacunas y/o las drogas. Se han dado casos en que el desarrollo lo realiza una pequeña empresa de biotecnología la cual después es adquirida a precios astronómicos por las grandes industrias farmacéuticas y los tratamientos disponibles en EE UU resultan cuatro veces más caros que, por ejemplo, en Canadá, país que cuenta con un seguro único de salud.

La lucha contra la avaricia de la industria farmacéutica lleva tiempo germinándose pero sin ningún resultado hasta la fecha, lo cual es simplemente inaceptable. Debe terminarse el abuso de los fabricantes de drogas  de utilizar miles de millones en dinero de los contribuyentes sin ningún beneficio económico para los ciudadanos. Es por esa razon que Sanders está introduciendo una legislación para exigir precios más justos y bajos para medicamento desarrollado con recursos gubernamentales. Esta es una pelea que, según Sanders, no podemos permitirnos perder.

Un análisis de la legislación de Sanders por la Oficina de Presupuesto del Congreso encontró que la misma ahorraría al gobierno federal $ 6 mil millones en la próxima década. Como ya lo hemos señalado antes, los Estados Unidos gastan mucho más en medicamentos farmacéuticos -y en la asistencia sanitaria en forma más amplia- que en otras naciones industrializadas.  La regla de Sanders, que fue introducida como una enmienda a la Ley Federal de Alimentos, Drogas y Cosméticos de 1938, aseguraría que los contribuyentes podrían pagar menos por los medicamentos que pagaron para desarrollar.

En el caso de los seguros, corresponde al Congreso hacer permanente su financiamiento a las provisiones de Obamacare para evitar que las primas de seguros aumenten demasiado. El llamado programa de corredor de riesgo, por ejemplo, que compensa a las aseguradoras si sus afiliados resultan ser más costosos que lo esperado, es imprescindible para los Estado pequeños, en los cuales es posible que algunos pacientes distorsionen los costos generales. Si quieren reducir costos, es imperativo que el Congreso reclasifique los subsidios de reducción de costo compartido de Obamacare como fondos obligatorios en lugar de fondos discrecionales, aislando así el programa de los caprichos del proceso presupuestario del Congreso y de posibles acciones políticas posteriores de los congresantes, ya las habido, para bloquear se asignen los fondos previstos para todos los programas que se contemplen para hacer efectivo la reducción de costos pues, esas acciones originan demandas de pago por parte de las aseguradoras. Seguro que igualmente, hay mucho que se puede proponer en el caso de los hospitales y médicos. Ideas, seguro que sobran, faltan voluntades.

Mientras Trump siga amenazando de dejar colapsar Obamacare y los políticos empeñados en reemplazarla por una ley como la Trumpcare, es evidente que están ocupándose de no sé qué pero no de revisar el sistema de salud actual. Iniciativas como la anterior con la industria farmacéutica deben realizarse con los hospitales, el gremio médico, los equipos medicos y las compañías de seguro.

Es de esperar que con el clima político imperante en Washington, cualesquiera opciones que lleguen a consideración de las cámaras, no reciba la debida atención y hasta podemos pensar que nunca prosperara. Con el apoyo público que reflejan las encuestas, es de esperar que fuera de Washington, los legisladores encontraran apoyo entre sus constituyentes para reformar la atención de la salud con miras a ampliar su cobertura y reducir los costos. De hecho, como dicen los especialistas, los beneficios de la reforma lucen muy atractivos. Miles de millones de los dólares absorbidos por el sistema de salud actual, $3.9 trillones, podrían ser aprovechados en otros sectores de la economía. Luce como suficiente para generar  la voluntad política que se requiere.

GEGU/15.8.17


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