SOS Venezuela-Un callejón sin salida y la ayuda internacional (II) Gustavo Gonzalez Urdaneta Miami, 26 enero 2018
Gustavo Gonzalez
Urdaneta
Miami, 26 enero
2018
Se
han analizado, internamente como en el exterior, muchas maneras en que la
situación en Venezuela podría desarrollarse en los próximos meses y hay
formulados toda una amalgama de escenarios futuros que, por ejemplo, en el caso
del Instituto de Investigaciones Estratégicas de la Armada de México incluye la
confusión de un Estado vasallo chino-ruso, la transición a una cleptocracia más
autoritaria racional, la ruptura y restablecimiento exitoso del orden por parte
de las Fuerzas Armadas hasta la ruptura del orden y desintegración en el caos.
Lo
común en todos ellos es que dan testimonio del deterioro de la situación que se
vive a diario en Venezuela y que, en general, ninguno de los escenarios más
plausibles son historias de “buenas noticias”, aunque algunos son menos
indeseables que otros. En su mayoría coinciden en que corresponde a los
venezolanos, conjuntamente con la ayuda internacional de Estados Unidos y sus
socios en América Latina y el Caribe, no solo trabajar juntos para planificar
lo que podría ocurrir en Venezuela, sino también colaborar para que otras
tragedias no degeneren en la misma medida. La libertad de cada quien termina no
donde empieza la del otro, como suele decirse, sino cuando es amenazada la del
otro. Es necesario cuidar y valorar las democracias y sus libertades, porque
los peligros que las acechan son reales y voraces. La verdad es que, hasta
ahora, las opciones clásicas y la ayuda recibida han tenido poca efectividad. Veamos.
En
condiciones normales, la salida a una crisis política en democracia debería ser
por la vía institucional mediante los mecanismos previstos para corregir esa
situación. No es el caso de Venezuela, donde una pandilla de bandidos ha
usurpado el poder, sin intención de devolverlo.
Si
en algo hay consenso en Venezuela es que no hay una salida electoral. El país
necesita primero un cambio de régimen para que haya una salida electoral.
Después de 19 elecciones no hay condiciones para que haya una transición a la
democracia a través de un proceso comicial. Ya son harto conocidas, incluso
internacionalmente, todas las trampas que hace el régimen a través de su
organismo electoral regido por bandidos. Es evidente que tenemos que
plantearnos primero el cambio de régimen y en eso tiene que ayudar la comunidad
internacional. En el desierto totalitario en que nos encontramos, las
elecciones no han sido más que otro espejismo democrático del régimen.
Leonardo
Padrón dijo que estamos en una calle ciega. Si votamos, perdemos por trampa. Si
no votamos, perdemos por ausencia. Preguntaba ¿Cómo romper el cerco de esta
calle ciega? Y advertía que el reloj está corriendo y la cuenta regresiva suena
su tic tac sobre nuestro futuro. La realidad es que hay que darse prisa pues queda
poco margen para romper el cerco ante un llamado a elecciones en abril. Almagro
dijo recientemente que unas elecciones presidenciales espurias bajo el
mecanismo de la Asamblea Nacional constituyente significarían simplemente dar
legitimidad a este régimen por seis años más. Ninguna elección que salga de
esta dictadura, en estas condiciones, va a traer un cambio político para el
pueblo venezolano, ninguna elección en estas condiciones le va a dar soluciones
a la gente. La peor sanción son otros seis años más del régimen de Maduro. Cada
quien debe actuar como le dicte su conciencia pues esa decisión, al final,
corresponderá a su mínimo arrepentimiento.
Los
analistas políticos coinciden en que hay muchas variables que manejar pero
ninguna de ellas muestra un camino concreto a la salida a la crisis. Algunos
consideran que ante la realidad que vive el venezolano y dado que el gobierno
no está dando señales ni disposición de corregir el rumbo de las políticas
económicas sino más bien de querer profundizarlas, algunos sectores sociales y
políticos podrían considerar realizar una suerte de alzamiento, de conformar
una resistencia o provocar una serie de estallidos sociales. Según esa línea de
pensamiento esos escenarios ocurrirían si se agravan las circunstancias
actuales. Está clarísimo que ya están dadas las condiciones para un posible
estallido social pues la sociedad no soporta más dicha situación, sin embargo
eso suele darse cuando la sociedad está bien conformada y sus valores morales,
dignidad y leyes no son canjeables, pero cuando la sociedad vive en un limbo
político, donde el único principio u objetivo es sobrevivir, es muy difícil que
se dé dicho estallido. El gobierno,
además de haber creado las necesidades que neutralizan al ciudadano frente a la
opción de rebeldía, se adelantó y mandó un mensaje muy claro con la Masacre de El Junquito de lo que les puede
pasar a esos tipos de brotes de insurrección.
Hay
quienes advierten que si la salida no se hace por medio de un fuerte estallido
social, algo parecido al Caracazo de 1989, el gobierno se radicalizará más aun
y plantean dos opciones, un colapso del gobierno o Venezuela termina igual a
Cuba, básicamente un sistema autoritario sin elecciones, donde las libertades
civiles se acaban del todo. Queda la duda si Venezuela podría aguantar más como
está en un sistema que ha ido mutando a un régimen cada vez más autoritario y
represivo. Dentro de esta opción, hay quienes consideran que un mayor grado de
deterioro puede erosionar al sector militar institucional y que apoye al pueblo
en una suerte de alzamiento cívico-militar. Esta opción estaría en la cuerda
floja del grado de erosión que los haga reaccionar.
El
acto criminal de violar un código de honor que se respeta incluso en las
guerras más cruentas, el principio sagrado de que a quien se rinde se le
respeta la vida, lo que ya conocemos como la Matanza de El Junquito marcará un
antes y un después de la opinión pública frente al terrorismo de Estado
imperante en Venezuela. Mejor que un
juicio o una larga investigación, la transmisión de Oscar Perez en vivo vía
redes sociales de su propósito de rendirse –lo que significa la transmisión en
vivo de su condena y ejecución a muerte– se ha convertido en uno de los más
impactante actos de contrainformación ocurridos en medio de la guerra que el
chavismo ha desatado contra la población que lo adversa. Esta violación del
honor militar deberia producir la erosión requerida del sector militar
institucional.
Al contrario de lo que algunos creen, ha sido
descomunal el valor y el sacrifico de miles de venezolanos en esta lucha. El de
los centenares de jóvenes asesinados en protestas; el de los dirigentes
políticos presos, torturados, apaleados o desterrados; y el de los ciudadanos
comunes perseguidos y acosados. Pero ya. No hay que estimular el espontaneísmo.
Nos duelen los mártires aunque necesitamos vencedores.
La
ayuda internacional más efectiva en contra del régimen de Venezuela y sus
personajes son las sanciones aprobadas por la Unión Europea (UE) el 13 de
noviembre de 2017, desde Bruselas, Bélgica contra siete miembros del gobierno,
las cuales se unen a las ya impuestas desde Washington en contra de 30 altos
funcionarios venezolanos, incluidos el presidente de la nación, Nicolás Maduro,
que les prohíben hacer negocios con las nuevas emisiones de deuda y acciones de
Venezuela. Los países firmantes de la UE decidieron prohibir la venta y el
abastecimiento de armas, municiones, vehículos y equipos militares a Venezuela.
Los ciudadanos y empresas europeas tienen además prohibido aportar asistencia
técnica o servicios de corretaje, así como financiación o ayuda financiera. Las
medidas contemplan también el congelamiento de activos como restricciones para
la entrada a territorio de la UE de esos siete funcionarios, entre ellos jefes
de poderes públicos venezolanos.
Llama
la atención que en esos días salió muy publicada en los medios, con fotos
fechadas el 18 de noviembre, la reunión de uno de los siete sancionados, Maikel
Moreno, Presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), con Silvia Fernandez
de Gurmendi, Presidente de la Corte Penal Internacional (CPI) en sus oficinas
en La Haya. Los acompañaba la embajadora Haifa El Aissami Maddah, señalada por
el ex fiscal ante la CPI, Luis Moreno Ocampo, de traficar influencias a favor
de la dictadura ante ese juzgado internacional y quien es hermana de Tarek El
Aissami, Vicepresidente de Venezuela, catalogado como miembro del terrorismo
internacional. Además la Presidente Gurmendi es ex subalterna de los Kirchner
en la Cancillería Argentina. Si Mikael Moreno estaba sentenciado por la UE,
¿Cómo llega a La Haya sin que nadie lo mande preso? Al parecer, la corrupción
del sistema de Justicia de Venezuela ha hecho metástasis en la CPI.
Ha sido evidente el bloqueo que
las sanciones de EE UU han tenido en la operatividad del régimen
castrocomunista venezolano pero, al final, los más afectados es la sociedad
civil que ha padecido el incremento de la escasez de todo más una situación
hiperinflacionaria que ha anulado el valor de la moneda nacional. Está claro el
efecto buscado con las sanciones personales a funcionarios públicos pero está
por verse su efectividad cuando organismos como la Corte Penal Internacional ha
recibido a Mikael Moreno en La Haya sin que nadie haya actuado para hacer
cumplir la restricción sancionada de circulación en territorios de la UE. Los
cubanos llevan 60 años esperando que las sanciones tumben al régimen
castrocomunista y eso sin tener petróleo como Venezuela y las sanciones a Rusia, Irán y
Corea del Norte tampoco han sido efectivas.
Según declaraciones de Almagro
en Davos, las sanciones son el mecanismo diplomático más duro y después de las
sanciones, abandonas la diplomacia. Según él, faltan aún 2-3 niveles de
sanciones por aplicar y, adicionalmente, lograr que todos se comprometan a
aplicar las medidas. Imagino que se refiere a las naciones democráticas y a
extender las sanciones a las familias de los funcionarios y el embargo al
petróleo. Dudo de un resultado favorable de ambas. ¿Para qué extender el
sufrimiento del 80% que quiere cambio de gobierno? El FMI proyecta para
Venezuela inflación de 13.000% y decrecimiento de 15% en 2018.
“Te esperan en la Haya” es una
frase que se conjura entre quienes esperan aplicar justicia contra Maduro ante la
CPI, por los delitos de lesa humanidad cometidos en Venezuela. Pero no es un
proceso tan expedito ni sencillo. Hay 9
denuncias contra Maduro “archivadas” en
la Haya desde 2011 que esperan por alguna respuesta.
Desde su creación en 2002 hasta
la fecha, han sido 22 los casos investigados por la CPI, todos ellos africanos.
En el curso de los procesos, la CPI ha decretado 33 órdenes de detención con 17
arrestos y 3 comparecencias voluntarias. Tres de las detenciones fueron
anuladas por la muerte de los sospechosos, ha habido 1 absolución y 3 ocasiones
en que la CPI ha decidido retirar los cargos o remitir al sospechoso a un
tribunal de justicia nacional. Por último, la Corte Penal ha dictado solo dos
condenas. Además, la actuación de la CPI depende del consentimiento del Consejo
de Seguridad de la ONU, donde el derecho a veto de los miembros permanentes que
no han ratificado el Estatuto de Roma –Estados Unidos, Rusia y China (que ni
siquiera lo firmó) – suele jugar en su contra. Dos amigos del régimen.
Adicionalmente, los casos
conocidos han sido totalmente ineficientes en el tiempo y nada efectivos en sus
sentencias. Por ejemplo, el primer caso conocido por la CPI fue el de Darfur,
Sudán, iniciado en marzo de 2005 y el gobernante Al-Bashir fué acusado por los
delitos de crímenes de guerra, lesa humanidad y genocidio. En 2009 se emitió
una medida cautelar de captura, la cual no se ha hecho efectiva; por el
contrario, en 2010 hizo celebrar elecciones presidenciales en las que se le
declaró ganador y asumió “legalmente” la presidencia. La orden de captura en su
contra es objeto de burla, ha declarado que es víctima de persecución
colonialista. Está libre y mandando. Otro caso iniciado en junio 2004 contra
Thomas Lubanga, jefe militar de la República Democrática del Congo, por
crímenes de guerra, el CPI tardó 8 años en dictar su primera sentencia, se le
impuso pena de 14 años de cárcel y el fallo se encuentra en apelación. Dada esa
gestión, Rusia se retiró del Tratado de Roma bajo la acusación a la CPI de
ineficacia.
Visto el engorroso trámite que
implica años de investigación cuando se llega a abrir como ocurre con el caso
de Colombia que lleva 13 años, las incidencias de corrupción que marcaron la
gestión del fiscal Moreno Ocampo, las cuales quedaron impunes y la muy fuerte actividad que entre telones
desarrolla el gobierno de Maduro ante la CPI y la Fiscalía como ya
mencionáramos, queda claro que la CPI no será el instrumento para que los
venezolanos obtengamos justicia referente a los crímenes imputables a las
camarillas que han ejercido el poder en Venezuela desde 1998 hasta hoy. Como ya
lo han dicho otros, la CPI es “el tribunal mundial de la incompetencia”. Y si
no llegara a funcionar la metástasis de corrupción que pueda estar iniciándose,
al régimen aun le quedaría la salida de retirarse del Tratado de Roma como lo
hizo Rusia. Poca esperanza podemos tener en esta opción.
Venezuela está en un callejón sin salida. Ya lo
dijimos antes. Mantengo la posición de que a los venezolanos no nos queda sino
la intervención directa de la comunidad internacional a través de una fuerza
multinacional concertada por un foro como la OEA, la ONU, el grupo Lima y la UE,
apoyada por EE UU, que acuda a ayudarnos a rescatar la democracia venezolana. Lamentablemente
los que la apoyamos no tenemos poder para solicitarla y quienes pueden hacerlo,
no se atreven.
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